Ser dueño de una empresa micro o pequeña, sin adornos Dinero de la empresa y mi dinero... no es la misma cosa
En los últimos años ha surgido
una explosión de romanticismo hacia el ser empresario. Viendo todo lo que se
publica en redes, está lleno de frases superficiales, vanas y…falsas. Páginas,
supuestamente dedicadas al empresario que publican fotos sacadas de la película
del Lobo de Wallstreet con “decretos de abundancia” sólo contribuyen a que se
tenga una visión romantizada y falsa del empresario.
Por el otro lado, están los
gobiernos de izquierda que promueven la visión de “mafia del poder”, del
empresario que se apropia de “los bienes del pueblo”, que promueven la idea que
los que trabajan en una empresa son los obreros, mientras que el dueño sólo descansa
y se la pasa con una vida de lujos…
De estas dos versiones no se hace
una. Las dos están llenas de falsedades y en nada ayudan a todos aquellos que
se deciden a emprender este camino.
También están los cursos de
emprendedurismo, que se enfocan en la parte operativa y, aunque todo eso es muy
útil, dejan de lado realidades que terminan arruinando a muchos.
En los últimos 25 años como asesor
de empresarios y como dueño de empresa, me he topado con problemas que derivan
de las mismas actitudes, una y otra vez. La idea de esta esta serie de
artículos que vamos a iniciar es poner de manifiesto algunas de las situaciones
recurrentes en el día a día del empresario. Si estamos al pendiente de esto,
podemos actuar en consecuencia y evitar muchos de los problemas que son recurrentes
para el empresario.
Dinero de la empresa y mi
dinero… no es la misma cosa.
Hace unos siete
años, fui a dar un curso a Querétaro. Antes de finalizar el curso, el dueño del
despacho que me contrató me pidió el favor de acabar un poco antes con el uso
del proyector, ya que tenía que llevárselo. Acomodé las cosas para cerrar con
una simulación de negociación, con su consecuente retroalimentación, para que
él pudiera llevárselo una hora antes.
Cuando finalicé
el curso, él ya estaba de vuelta. Le pregunté si necesitaba instalar el
proyector para otro curso; pero me contestó que lo fue a empeñar para poder
mandar a hacer materiales para el curso del día siguiente.
--¿Y tienes otro
proyector? –le pregunté
--No, voy a
rentar uno.
Platicamos alrededor
de una hora entorno a que sólo estaba haciendo el hoyo más grande. Le pregunté
que había hecho con el dinero del proyecto que acabábamos de terminar, que fue
de varios cursos. En resumidas cuentas, me contó que él y su esposa tomaron el
dinero y compraron unas cosas que necesitaban de la casa y para los niños, lo
que dejó la empresa en ceros.
En otro despacho
en ciudad de México, la dueña tomaba todo el dinero de la cuenta de la empresa
a fin de año. A veces estrenaba camioneta, a veces se iba de vacaciones, daba
el enganche para un departamento… El problema era que siempre, siempre, tenía
problemas los primeros cuatro meses del año para pagar sueldos, renta,
instructores y hablaba de cerrar el despacho porque “sólo le daba dolores de
cabeza”. Un par de meses después, ya se olvidaba del asunto para repetir el ciclo,
año con año.
Tuve un socio
que quería tomar el dinero que nos pagaban los cursos para pagar las
colegiaturas de su hija, sin pagar instructores…
Vi el mismo
problema con una constructora, una fábrica de tés, una cadena de restaurantes…
Lo que toda esta
gente no entendía era que la empresa es un ente separado del dueño. Es
importante entender que el dinero de la empresa no es la alcancía de los dueños.
Si cada vez que la empresa genera ingresos la vaciamos, la empresa siempre
estará con problemas económicos, hasta que los ingresos tarden en llegar o de
plano no lleguen… y la empresa muera.
Por supuesto que
creamos empresas para generar ingresos; pero también nos tiene que quedar claro
que es un ente independiente a nosotros, con gastos fijos (rentas, sueldos,
impuestos, pago a proveedores…).
Lo sano es
otorgarnos un sueldo moderado y, si las ganancias de la empresa son buenas, dar
las utilidades a los socios o dueño; siempre y cuando dejemos en la empresa un
fondo suficiente para seguir funcionando por al menos seis meses en el supuesto
que no tuviera ingresos. Con el tiempo, dejaremos una empresa con el capital
suficiente para afrontar eventualidades y grandes crisis, como el COVID, sin
que tenga que desaparecer; pero eso vendría con el crecimiento y apalancamiento
financiero.
También la
empresa tiene que dar para pagar sueldos y proveedores. No ponga de su bolsa
para cubrir esos rubros. Si hay pagos pendientes para que la empresa pague sus
obligaciones, negocie con quien deba de negociar para que esperen a que lleguen
esos pagos. Si usted ha sido responsable y no ha sangrado a su empresa, eso no
debería ocurrir a menudo; pero pasa, y cuando pasa, ese ente separado que es la
empresa debe cubrir esas obligaciones.
Si su empresa le
ha dado, con el paso del tiempo, dinero para construir un patrimonio (casa,
coche, bienes en general) y, por diferentes razones, no está generando o cayó
en un bache y no puede cubrir compromisos con proveedores, es un error vender
esos bienes para cubrir las obligaciones de la empresa. Antes de llegar a eso
tiene que llegar el punto de ver si la empresa tiene probabilidades o es mejor
cerrarla… sin quedar usted también en la calle por eso.
Y, aun así, a veces hay que poner de nuestro dinero
Ahora bien, si
tiene una empresa pequeña o micro, difícilmente contará con el préstamo bancario
para afrontar un gran proyecto a algún atorón financiero, así que,
eventualmente, será usted el que tenga que ponerle dinero de su bolsa a la
empresa.
La frase “dinero
llama a dinero” se refiere a que los grandes proyectos siempre van a
requerir de una gran cantidad de dinero para financiar el arranque.
Hace unos nueve
años me cayó un proyecto de capacitación a nivel nacional para una paraestatal.
El primer reto al que me enfrenté fue el de financiar los 10 mil dólares
necesarios para pagar viáticos, materiales y pago de instructores para los
primeros 50 días antes de que cayera el primer pago.
Lo que
terminamos haciendo nosotros en la empresa es hacer un apartado del 10% de las
utilidades de cada proyecto para hacer frente a estos proyectos. Hemos tenido
años en los que no nos cae un gran proyecto que haya que financiar de esta
manera; pero este año tuvimos uno, y no tuvimos que recurrir a la cuenta
personal para financiarlo. Este 10% es intocable.
Esas fotos de
redes sociales, promoviendo a que sea su propio jefe, donde aparece alguien
manejando un Ferrari o en una residencia de varios millones de dólares se ve
muy bonito; pero es totalmente irreal. Esas cantidades, si llegan, necesitan de
una empresa muy consolidada, de mayor tamaño, y que toma tiempo en desarrollar.
Y, siendo sinceros, las estadísticas no nos apoyan. De cada 100 empresas que se
creen hoy, sólo 20 estarán con vida en cinco años. Y la mayoría de esas 20
empresas darán el ingreso de subsistencia para unas pocas familias.
No me
malinterprete. Creo que la empresa es la única capaz de generar empleos
productivos y que esa, precisamente, es su labor social; pero también considero
que es importante quitar toda la paja que vemos en redes sociales, ya que sólo
genera falsas expectativas.
Comentarios
Publicar un comentario