¿Presidenta?
En la década de los 90 fui becado para estudiar en Alemania un doctorado en Ciencias Políticas. Por procedimiento, la beca incluye 6 meses para estudiar alemán en una ciudad específica (Mannheim en mi caso), cinco horas diarias, de lunes a viernes.
Después de un par de meses, mi casera me dijo que estaba sorprendida: “Veo que usted habla con españoles, guatemaltecos, argentinos, chilenos, colombianos y ¡se entienden!”. Mi respuesta fue:
--¡Pues claro! ¡hablamos español!
--Aún así, es mucha la distancia.
En realidad, no entendí lo que me quiso decir mi casera en ese momento. Meses después, viendo el noticiero, vi que entrevistaban a un berlinés; pero abajo ponían subtítulos en alemán.
Cuando me moví a la ciudad a la que me tocaba estudiar, me costaba mucho entender a la gente del lugar. Para empezar, entendía dos de cada 10 palabras que me decía mi casero. En un principio, pensaba que era francés, con un acento marcadísimo. Su esposa me dijo después que él era mainzer (de la ciudad de Mainz, donde estábamos) y hablaba el dialecto de la zona.
En ese momento, no había ningún organismo que regulara el idioma alemán (el Rat für deutsche Rechscheibung “Consejo para la ortografía alemana” se fundó en 2004) y lo que ocurrió es que cada región desarrolló su propio dialecto. Esto hacía que los alemanes del norte no entendieran a los del sur, centro, oeste o este, o a los austriacos, o suizos y viceversa.
La solución era la de tener unas normas de lo que llamaban Hoch Deutsch (alto alemán) y que era obligatorio para medios de comunicación y universidades. En estas últimas, los exámenes de alemán para entrar no eran sólo para los que éramos extranjeros, sino para toda la población universitaria.
El español tiene una academia reguladora de la lengua desde 1713. Mucha gente no entiende la función de la Real Academia de la Lengua Española; pero es gracias a esta institución y sus subsidiarias en cada país que podemos entender a cualquiera que venga de un país de habla hispana. Desde España hasta Argentina.
Aquellos “comunicadores” que usan palabras como “compañeres”, dicen que el español, como idioma vivo, terminará por incluir estas desviaciones. NO necesariamente. Y no es sólo problema de las redes sociales e influencers a medio alfabetizar. Los políticos se han subido a la ola con fascinante velocidad… quizá porque también están a medio alfabetizar
Llama la atención ver cómo aquellos que se supone representan a la sociedad, los políticos, que en teoría deberían ser ejemplo de la misma, en muchos casos resultan ser una colección bastante extravagante de fallas. En esta ocasión no caeremos en juicios históricos o morales, sólo nos concentraremos en los verbales.
México acaba de elegir a su primer presidente mujer. Por supuesto, no son pocos los políticos y comunicadores que hablan de Claudia Sheinbaum como presidenta. El gran problema es que ente, significa: “lo que es, existe o puede existir”. De esta manera, presidente es el ente que preside. Ente no tiene sexo. No hay entas… Ok, usted podrá decirme que las mujeres en política están tan entradas en la lucha por y para las mujeres que quieren enfatizar eso diciendo presidenta; aun sabiendo que lo dice mal… bueno, entonces también tendría que decir diferenta, y que va a ser muy exigenta con el cumplimiento de sus tareas… si ya empezamos con los disparates de género, pues que lo hagan bien ¿no cree?
Dicho esto, nuestra próxima
presidente será mujer y será la presidente… dejemos el ”presidenta” para
los influencers a medio alfabetizar.
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