La narrativa emprersarial




Siempre me han gustado los relojes. Sin embargo, no es hasta los últimos tres años en los que me he metido más a fondo en ese mundo tan particular y fascinante. Hay una historia que e llamó la atención, particularmente por lo familiar que me resultó la narrativa del producto con otro con el que tuve contacto en mis años universitarios y que posteriormente usé de ejemplo en algunos cursos empresariales. Me voy a permitir usar este espacio para compartirles las dos historias de la manera más resumida posible.
A finales de 1978, Akio Morita, socio y cofundador de Sony, estaba en un anden esperando el tren para ir a su oficina. En lo que llegaba el tren, llegó un jóven con una grabadora al hombro, muy típica de esos años (para los milenials, de aproximadamente 70 cms de largo y un peso de entre 2 y 3 kilos, dependiendo del modelo, más las pilas tipo D). El jóven, según lo cuenta Akio Morita, tenía la música a todo volumen. El pensó: Ojalá que hubiera una forma para que sólo él escuchara su música y no tuvieramos que sufrirla todos los demás.
Llegó el tren, y los pasajeros procedieron a abordarlo. Akio Morita subió en el mismo vagón del jóven de la grabadora. En un puntio, el tren frenó de manera intenpestiva y el jóven fue a dar al piso con todo y grabadora. El pensó: También estaría bien si el aparato fuera más pequeño y pudiera disponer de sus dos manos... algo que se pudiera poner en el cuello, o en el cinturón o... cuentan que ese fue el momento Eureka de Akio Morita.
Después de seis meses, un equipo pagado por el director de Sony desarrolló lo que terminó conociéndose como Walkman, convirtiéndose en uno de los productos más exitosos e icónicos de la marca, con ventas de más de 385 millones de unidades en todo el mundo.
En 1981, cinco años después de incorporarse a Casio Computer, Ibe Kikuo chocó con alguien y el reloj de bolsillo que le regaló su padre se cayó, rompiendo el cristal y desparramando las agujas y la tapa trasera.

Eso le llevó a presentar a la directiva de Casio una propuesta muy simple:  “si existe un reloj que no se rompe, seguro que hay alguien que se alegrará de tenerlo”.

Ibe Kikuo recordó a cinco obreros que trabajaban cerca del Centro Técnico de Hamura. En aquella época, los golpes y las vibraciones en el uso de palas, martillos y taladros de roca eran el peor enemigo del reloj. Ninguno de los trabajadores de la obra llevaba reloj. Mientras pensaba en su desarrollo, Ibe se dijo a sí mismo: “Seguro que a los obreros les preocupa saber cuándo es la hora de comer y de regresar a casa. Voy a crear un reloj que se pueda utilizar también en la obra. Seguro que habrá un nicho de mercado para esto”.
Pensó en crear un reloj que tuviera el "triple 10": una resistencia al agua de 10 bar, una resistencia de caida libre de 10 metrpos sin sufrir ningún daño y una duración de batería de 10 años.
Con esto en mente, seleccionó a tres individuos creando lo que se le llamó el “equipo duro”, el cual desarrolló y probó más de 200 prototipos para el reloj, sin embargo, no conseguían llegar a la meta del “triple 10”. Sin embargo, durante una visita a un parque de juegos, Kikuo pensó que en una bola de goma, el centro no sufre los efectos del golpe cuando pega con una superficie e implementó la idea en su siguiente concepto lo que resultó en el primer G-Shock, lanzado en abril de 1983.
Actualmente, han evolucionado para tener una resistencia al agua de 20 bar (200 metros), tienen el record mundial de aguantar que un vehículo de 24.97 toneladas les pasdara encima sin recibir daño y es compun ver en las muñecas de los astronautas un G-Shock.
Quitando los detalles propios del producto, estas dos historias tienen en común una narrativa de producto muy similar: presentar un problema y el creativo que trabaja en presentar la solución a dicho problema, resultando en un éxito mundial sin precedentes.
Si analizamos la narrativa empresarial o de producto de muchas empresas japonesas, vamos a encontrar estas similitudes con mucha frecuencia, quizá tenga que ver con la filosofía nacional; pero es un hecho que funciona.
No es raro que, en reuniones con clientes potenciales, la narrativa empresarial es necesaria. "¿Por qué te contrataría a ti en vez de a tu competencia?".

Una narrativa empresarial o de producto es una forma de contar la historia de tu empresa o tu producto, mostrando cómo se diferencia de la competencia, cómo aporta valor a los clientes y cómo proyecta el futuro. Es una herramienta poderosa para crear una identidad de marca y conectar con tu audiencia o clientela potencial.

Para construir una narrativa empresarial o de producto, puedes seguir estos pasos:
  • Identifica el problema o la necesidad que resuelve tu empresa o producto. ¿Qué dolor o deseo tienes en común con tus clientes?
  • Define el cambio o la solución que propones al mercado. ¿Qué hace único a tu empresa o producto? ¿Qué valor agregado ofreces?
  • Describe los beneficios y el impacto que genera tu propuesta. ¿Cómo mejora la vida de tus clientes? ¿Qué emociones o sensaciones les transmites?
  • Crea una historia que ilustre tu narrativa, usando elementos como personajes, conflicto, clímax y resolución. ¿Qué historia puedes contar para hacer que tu narrativa sea memorable y persuasiva?

Y es precisamente por lo anterior que las narrativas empresariales y de producto japonesas tienen tanto éxito. Le da algo de qué hablar a los clientes y, eventualmente, se vuelven legendarias.

Y usted ¿Tiene una narrativa empresarial?

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