Por qué la capacitación no funciona

 


Pareciera un título extraño para que aparezca en una página de una empresa de capacitación; aunque espero que cuando usted termine de leer este artículo le encuentre sentido.

 

En realidad, hay una serie de vicios en este ámbito que terminan afectando a las empresas y a las empresas serias de formación y capacitación. Pagan justos por pecadores.

 

A lo largo de 23 años en este ramo, me he topado con todo tipo de situaciones que traen como consecuencia que la capacitación funcione sólo de forma muy parcial o, incluso, que no funcione en lo absoluto. A continuación, enumeraré las causas que pueden traer como consecuencia que la capacitación termine siendo un gasto, en vez de una inversión.

 

1.     El improvisado. Es sorprendente la cantidad de instructores que se pueden encontrar en el mercado hoy en día. Al parecer, nada es más fácil. Fulanito se queda sin trabajo y lo primero que piensa es: “Bien, daré cursos entonces”. NO es lo mismo tener el conocimiento que saber impartirlo. Hacen falta las técnicas de enseñanza, de diseño de un curso, de formación...

Cuantas veces se para un fulano en una sala y aburre a morir a los pobres participantes. Con un tono de voz monótono, leyendo todas y cada una de las diapositivas, las cuales tienen párrafos enteros de información. Sin cambiar los estímulos, sin emplear dinámicas de reforzamiento.

No importa que este improvisado tenga información valiosa. De nada sirve si perdió el interés de la gente a los 20 minutos y ya nadie le hace caso

 

2.     El “vende niebla”. Uno de los elementos que tiene un curso es la evaluación de satisfacción, que llenan los participantes al final del curso, Muchas empresas de capacitación se basan en eso para seguir contratando al instructor, incluso algunos basan el monto por hora acorde al promedio de calificación. Probablemente ese factor impulsa a muchos instructores a armar cursos con base en decirle a la gente las cosas que quiere oír, llenarlo de “palabras bonitas” busca la empatía para caer bien, y olvida la parte de dar las herramientas que el tema exige. Pasa muchísimo con los temas de desarrollo humano en donde el instructor puede salir muy bien calificado; pero los participantes no se llevan nada de valor. Al final, la empresa no ve reflejado el dinero invertido, en este caso gastado, en el curso.

 

3.     El charlatanismo. El mercado está lleno de cursos sobre métodos de samuráis, guerreros, druidas y demás, que prometen en el nombre darle a la gente “secretos ancestrales” para desarrollar liderazgo, dirigir gente o alcanzar la felicidad. Si a eso le sumamos los que se suman a la ola de éxitos literarios como El Secreto, o a estafas totales como cursos de numerología, no es de extrañar que personas y empresas terminen sumamente escépticos a la capacitación en general.

 

4.     El principiante. Un error común entre los instructores novatos; pero con ciertas habilidades didácticas es el de aceptar cualquier curso que le asigne el despacho de capacitación. Pueden dar ventas y mercadotecnia; pero también planeación estratégica, administración del tiempo, redacción, manejo de almacenes macramé… No es lo mismo la teoría que la práctica.

 

5.     Falta de alineación con los objetivos. Si la capacitación no está alineada con los objetivos estratégicos de la empresa o las necesidades específicas de la persona, es posible que no se logren los resultados deseados.

 

6.     La empresa que contrata el curso no cree en la capacitación. Muchas empresas sólo contratan la capacitación para cumplir con los requerimientos de ley; pero no tienen interés en generar ningún proceso o cambio o enseñar nada a su gente, por lo que sus requerimientos van desde un curso de 8 horas con temas de lo más diverso hasta cursos que no tienen un propósito claro ni van alineados a objetivos.

 

7.     La empresa de capacitación no cree en la capacitación. Esto suena bastante bizarro; pero ocurre, y no es tan raro. En casi 30 años de experiencia me ha tocado trabajar con muchos despachos de capacitación y universidades y me he topado con varios casos; pero uno en particular era de llamar la atención; porque el mismo dueño me confesó que no creía en la capacitación. Caía en la irresponsabilidad de asignarle cursos a expositores que no tenían experiencia ni práctica ni teórica en el tema. También se inventaba los temarios más extraños, sólo porque mercadológicamente sonaban atractivos y hasta le ponía a los instructores nombres que sonaban extranjeros para los promocionales. La experiencia práctica del instructor no era su principal preocupación y llegaba a “acomodar el currículum” acorde al curso que se promocionaba. Si bien yo y otros instructores pintaban su raya con esas prácticas, otros muchos le seguían el juego en algo que sonaba mucho más a estafa que a capacitación. Hay que recalcar que lo más sano para mi y mi reputación fue alejarme de la empresa que hoy, sigue en el mercado.

 

8.     La capacitación no es para el “Olimpo”. Hay empresas que contratan capacitación año con año y los resultados son apenas visibles. En varias ocasiones nos han dicho: “Mi jefe debería estar tomando este curso”. No es raro que muchos de los problemas se generen desde la misma directiva de la empresa, incluso desde los dueños. Si la capacitación se frena en los mandos medios o directivos, solo tendrá efectos limitados; pero los habitantes del Olimpo no se dignan a capacitarse porque…. No lo necesitan.

 

Estas son algunas de las causas más comunes de por qué la capacitación no funciona como debería, o no lo hace en lo absoluto. ¿Hay alguna que se nos escapa? Los leo en sus comentarios.

 

 

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