La revolución tecnológica y el entorno laboral
Antes del siglo XX el hombre podía pasar toda su vida en una misma realidad y los avances tecnológicos que un hombre veía a lo largo de su vida eran contados, en caso de que los viera. La realidad era una y no cambiaba. Un empresario que encontraba el modo de hacer prosperar su negocio, seguía con esas mismas prácticas durante toda su vida y cuando llegaba el momento de entregar la estafeta, le trasmitía a sus hijos esa experiencia. Si el heredero seguía esos consejos y trabajaba duro, seguro seguiría con los buenos resultados.
Cada oficio tenía un sistema de aprendices y éstos eran una copia fiel de sus maestros. El sistema parecía funcionar. La sabiduría de los viejos era muy apreciada por los jóvenes.
Pero algo cambió en el siglo XX. En los años 50, por primera vez se habló del concepto “Brecha Generacional”. Es decir, lo que era válido para los padres, por primera vez en la historia, ya no lo era para los hijos.
Pero la revolución tecnológica cada vez hacia cambiar al mundo más de prisa. Ya para los años 80 se dejó de hablar de brecha generacional. Los cambios ya ocurren con una velocidad sorprendente para todos nosotros.
¿Le ha pasado que compra un aparato y antes de que haya aprendido a sacar provecho de todas sus funciones ya hay en el mercado otro mejor, con más funciones e inclusive del mismo precio? Eso es la revolución tecnológica. La revolución tecnológica no sólo cambia constantemente la forma de trabajar, también la forma de comunicarnos, divertirnos, de conocer gente, de informarnos, de educarnos.
Hoy en día, no basta con trabajar duro para tener éxito. Las personas o las empresas que encontraron la forma rentable de funcionar hace tres años, hoy en día tienen que modificar y encontrar nuevas formas de trabajar, so pena de enfrentar la ruina económica.
La nueva economía no solo transforma a las empresas, sino también a los gobiernos. Las necesidades educativas han cambiado y en muchos casos, el sistema escolar va muy atrás a los cambios que se requieren. Citando a Alvin Toffler:
“De este modo, aunque hubiera 10 ofertas de empleo por cada trabajador desempleado, aunque hubiera 10 millones de puestos vacantes y sólo un millón de desempleados, este millón no podría desempeñar los cometidos propios de los puestos de trabajo disponibles a menos que tuviera una capacitación –conocimiento—acorde a las exigencias técnicas de esos nuevos puestos de trabajo. Esas técnicas son ahora tan variadas y cambian tan de prisa que los trabajadores no pueden intercambiarse como en el pasado. El dinero y los números no resuelven el problema.”
Necesitaremos preparar a la gente, mediante la escolarización, los aprendizajes profesionales y la formación del puesto de trabajo, para cometidos en campos tales como los servicios humanos o los nuevos campos y profesiones que van surgiendo día a día.
Las profesiones tienen otros requerimientos. El chofer del camión de un servicio de paquetería maneja cajas y paquetes; pero también utiliza una computadora portátil. Los pedidos que toman los repartidores de refrescos se hacen en una computadora de bolsillo, al igual que una mesera lleva un aparato similar para tomar la orden de las mesas. En las fábricas más avanzadas, el operador de una máquina tiene una alta especialización en temas informáticos. El empleado de hotel, la enfermera y muchos otros no sólo necesitan saber de su especialidad, también tienen necesidad de tener otros conocimientos y habilidades que antes no se consideraban.
Se necesita una capacidad de cambio y adaptación como nunca antes se había requerido. Mantener a una empresa cpon ganancias y competiviva se ha vuelto una tarea compleja. Y con los profesionistas pasa otro tanto. La aparición de IA como el Chat GPT y otros pone en riesgo a muchas de las profesiones tradicionales.
La revolución
tecnológica exige del ser humano la capacidad de adaptarse a una realidad
cambiante, de sacar todo el provecho de nuestras potencialidades y el
desarrollo de competencias hasta hace poco ignoradas por la instrucción formal
en las escuelas y los departamentos de desarrollo organizacional en las empresas.
No cabe duda que los tiempos venideros serán muy interesantes; pero también requerirán de parte de muchos de nosotros dormir con un ojo abierto para adaptarnos a una realidad de cambio vertiginoso.
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