Siempre que quiera impresionar a alguien con su
facilidad de palabra, tenga en cuenta que mientras más diga, tanto más
vulnerable será, más información dará y menos control de la situación tendrá.
Pareciera que no hace falta decirlo; pero el ambiente laboral es un ambiente lleno de competitividad, envidias y falsas amistades. El que diga lo contrario miente y le quiere vender la niebla típica de los libros de superación personal.
Como produndicé en el tema en el libro: "El arte del éxito y el poder del liderazgo", para el
ser humano la percepción es más importante que la realidad, por lo tanto, el
poder es un juego de apariencias y cuando usted dice menos de lo necesario
parecerá más poderoso, grande e inteligente. La gente siempre quiere saber lo
que otros están pensando. Si usted no revela nada, los otros no pueden adivinar
sus intenciones ni el significado real de su conducta.
Usted tiene dos oídos y una boca, úselos en esa
proporción. El mejor negociador es aquél que habla menos de lo que escucha.
En muchos aspectos de la vida, mientras menos diga,
tanto más profundo y misterioso parecerá. Uno tiene más poder mientras más se
calla la boca.
En lo referente a sus intenciones es lo mismo.
Desconcierte a la gente y manténgala en la mayor ignorancia posible, sin
revelar nunca el propósito de sus acciones. Si la gente no tiene idea de lo que
usted quiere lograr, les resultará imposible preparar una defensa.
Uno de los tantos errores que cometió Adolf Hitler
fue cuando publicó su libro Mein Kampf en 1925. En el libro declaraba abiertamente su intención de expandir el
territorio alemán hacia el este, específicamente hacia la Unión Soviética. Por
supuesto, en cuanto ascendió al poder en 1933, los soviets sabían lo que les
esperaba y tuvieron el tiempo de preparar una defensa que terminó con las
aspiraciones del dictador austriaco y fueron causa directa de su caída.
Dé falsas pistas, presente objetos de deseo que
confundan a sus rivales, distráigalos de su objetivo primario.
La mayoría de las personas son como un libro
abierto. Dicen lo que sienten, manifiestan abiertamente sus opiniones a la
primera oportunidad y revelan sus planes e intenciones. Por supuesto, es fácil
y natural hablar sobre lo que uno siente y sobre los planes que tenemos para el
futuro. Frenar ese impulso requiere un gran esfuerzo.
Mucha gente piensa que siendo abierta y honesta se
gana el afecto de los demás. Pero pensar esto es un error. Le da tiempo a los
envidiosos de frustrar sus planes, de trabajar abiertamente para hacerlos
fracasar. Es mucho más prudente medir lo que decimos. Simule desear algo que en
realidad no le interesa y logrará despistar a sus enemigos, que cometerán
errores de cálculo.
Es necesario distraer la atención de nuestros
rivales sobre nuestras verdaderas intenciones. En el ambiente de trabajo,
siempre habrá muchos que deseen el puesto que usted ambiciona y harán todo lo
necesario para bloquearle.
No haga intentos desesperados para mostrarle a los
demás lo capaz e inteligente que es. La gran mayoría de las veces, navegar con
bandera de inocente, o de menos capaz, da muchos mejores resultados. En su
momento, sus rivales nunca sabrán que o quien los golpeó.
¿Ha oído alguna vez de un general que le revele sus
planes de ataque al enemigo? Disimule sus propósitos y oculte sus progresos. No
revele sus designios en toda su magnitud hasta que ya no haya forma de oponerse
a ellos, es decir, hasta que el combate haya concluido.
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