No es blanco o negro

 


Es de llamar la atención que la manipulación en redes sociales se ha convertido en la principal herramienta para manipular a la opinión pública. Lejos quedaron los días en los cuales la gente se guiaba exclusivamente por lo que aparecía en televisión, o lo que opinaba algún conductor de radio.

 

Se sabe que México es un país con un bajísimo nivel de instrucción y el promedio de lectura va por debajo de un libro al año. Y hay que decir que una gran parte de los libros que la gente lee son del tipo de autoayuda, que terminan siendo de bastante baja calidad. Esto lo hace un caldo de cultivo excepcional para todo aquel que desee manipular al grueso de la opinión pública.

 

En los últimos 15 años las redes sociales han ido cobrando una creciente importancia para impactar a la opinión pública, y tal parece que resisten pruebas que los medios tradicionales de comunicación no pasarían, como es el hecho que es comprobado que gran parte de las noticias de Facebook, por poner un ejemplo, son falsas; pero parece que eso no hace mella en la credibilidad y viralización que gran parte de los usuarios le dan a muchas de esas noticias. Un noticiario televisivo no podría resistir el descredito si se le comprobara que parte de las noticias que difunden son inventadas.

 

Hay empresas que se dedican a difundir estas noticias. Una empresa de estas, con 20 o 30 empleados, cada uno con un par de centenas de cuentas falsas, pueden viralizar cualquier noticia, o pueden impulsar campañas para acreditar o desacreditar a cualquier personaje público. Esto ya se sabe y se ha hecho público; pero al parecer, los usuarios de estas redes sociales no le dan importancia a ese detalle.

 

López Obrador ha hecho uso de estas empresas desde hace, por lo menos, 13 años, cuando comenzó a atacar a Felipe Calderón y, posteriormente, a Peña Nieto desde que estaba en campaña. Como fenómeno relativamente nuevo, la gente que maneja la comunicación social de los políticos no ha encontrado la forma de contrarrestar o, por lo menos, minimizar las campañas de descrédito de las que son víctimas.

 

A López Obrador le ha tocado ya sufrir las campañas de descrédito; pero hay que decir que su gente ha manejado de maravilla las redes sociales y tiene un sistema de esparcir noticias o manejar los sentimientos muy eficaz para esta masa carente de educación económica, histórica o política.

 

Me llama la atención que desde que asumió la presidencia han hecho uso de estos conceptos de contraste que; aunque eficaces, manipulan la realidad y las percepciones con un simplismo alarmante.

 

Cuando se le criticó de la cancelación del nuevo aeropuerto, las publicaciones decían cosas como “Pero no se indignaron con los millones que robó Duarte”, o “Pero no se indignaron con la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa”. La declaración de AMLO que el AIFA es una de las obras más importantes del mundo es esparcida por la multitud de cuantas falsas y botsa todos sus seguidores. Cuando se habla del populismo del tabasqueño, dicen sandeces como: “Alemania, Suiza, Holanda y Francia son populistas”. También he visto post que acusan a estos mismos países de socialistas.

 

Habría que decirle a los que crean estas publicaciones, y a los que las comparten, que no es así. No por quejarnos de las colas en las gasolineras, quiere decir que no nos importaba la corrupción del pasado, no por quejarnos de la incapacidad, corrupción, ignorancia y estupidez del presidente o de quienes lo rodean, no nos indigna la pobreza de miles de mexicanos, o de la corrupción e incapacidad de los gobernantes del pasado. Los problemas de este país no son tan sencillos. No es blanco o negro, bueno o malo. No por estar en desacuerdo con las medidas de López Obrador, se está de acuerdo con las desgracias o corrupción del pasado.

 

Pero el simplismo no sólo aplica a los usuarios de las redes sociales. El actual gobierno parece haberse contagiado de ese peligroso simplismo. No es buena medida cerrar los ductos si con eso afectas la vida del sector productivo, de los vendedores, obreros, y trabajadores que se ven afectados en su nivel de vida por no poder salir en su taxi a trabajar, o ser chofer en un camión que transporta bienes perecederos. No es de “fifis” quejarse por las filas, como no se arregla el problema de los feminicidios haciendo toque de queda para que las mujeres se queden en su casita.

 

Estas publicaciones darían risa; pero no la dan, porque son miles los que las comparten. La ignorancia ha calado en este país, hasta los huesos.

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