Regla de oro No 9 Los momentos de tensión revelan la verdadera naturaleza de una persona

 

¿Ha negociado con alguien que en la etapa de presentación de diga: “la verdad, sólo quiero ver qué te robo”?

Toda la gente presenta su mejor cara ante los demás. No conozco a un pretendiente que le diga a su objetivo: “Soy bien infiel; pero de todos modos quiero andar contigo”.

Lo mismo pasa con los reclutadores. Todos los entrevistados dicen que son muy trabajadores, decentes y buenas personas, y cuando el reclutador pregunta: “¿Cuál es su peor defecto?” El interpelado responde “Soy demasiado perfeccionista” o "soy workoholic"

 Nadie le va a decir sus defectos o va a declarar abiertamente sus intenciones de engañarle. Nadie.

Esto nos pone las cosas difíciles cuando queremos contratar a alguien, o buscamos un socio, amigo, pareja...

Sin embargo, hay un truco para revelar la verdadera naturaleza de las personas: los momentos de tensión. 

Hace más de 25 años, conocí a un hombre de negocios que me tomó como una especie de aprendiz. Este señor, hizo su costumbre de siempre darme un consejo, que después probó su enorme valía en el mundo de los negocios. No platicábamos con mucha frecuencia; pero cada vez que lo hacíamos sacaba una gran lección.

En alguna ocasión, me invitó a participar en un partido de futbol que él organizó. Me di cuenta que, además de empleados y amigos, también invitó a unos potenciales socios. En ese momento, pensé que se trataba sólo de una estrategia para estrechar lazos y crear confianza. El partido terminó en una carne asada en su casa. En un punto de la reunión, me preguntó: 

--¿Por qué crees que invité a esta gente? (señalando a los potenciales socios)

--Para socializar y crear confianza. le dije muy confiado en mis habilidades de observación.

--No. Los invité para ver si los quiero como socios.

Días después, me explicó más a detalle lo que probó ser un excelente truco. La invitación a jugar futbol era algo regular para calar a probables socios, o empleados que quisiera llamar a alguna de sus empresas para puestos gerenciales o directivos.  Si las condiciones físicas o la edad no lo permitían, los invitaba a jugar cartas a su casa. Además, les pedía que fueran con sus parejas.

Obviamente, al principio los invitados mostraban su mejor cara; pero una vez que el juego iniciaba, poco a poco se iban metiendo más en el propio juego.

Había quien no sabía ganar. Es decir, se burlaba de los demás. También había quien no sabía perder. Incluso, se peleaban con sus parejas. Había quien hacía trampa. Sobra decir que esos personajes terminaban siendo desestimados por este amigo.

Quien hace trampa en el juego, también lo hace en otras áreas de su vida, al igual que los otros comportamientos.

Brillantemente, generaba momentos de tensión disfrazados de convivencia para evaluar a los candidatos.

El juego es excelente para este punto, ya que no es necesario tensionar de otra forma o crear una crisis ficticia para ver cómo reacciona la gente.

Entre las lecciones más valiosas del periodo del noviazgo, por ejemplo, son las peleas: Ver cómo reacciona la gente en esos momentos de tensión. 

Hace algunos años, me tocó trabajar con el gobierno de Veracruz para dar cursos de inteligencia emocional a grupos de mujeres maltratadas. Resulta revelador cómo el abusador llegaba a levantar la mano amenazante, o incluso pegar, para después disculparse con la frase: "Perdón, ese no soy yo" ¡Claro que es él! El resto del tiempo es sólo la máscara, que se revela en su terrible dimensión con el paso del tiempo.

Esto no sólo aplica para los negocios. Genere momentos de tensión a todos aquellos con quienes busque relaciones de largo plazo: socios, amigos, colaboradores, parejas… se sorprenderá de lo eficaz de esta treta para revelar la verdadera naturaleza de la gente.


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